Nuestro periodismo es un cadáver: Un réquiem

Por Ricardo Bajo H.
(es mi melancolía insurrecta, es mi infinita tristeza)
¿por qué la mayoría de los últimos escándalos de corrupción no han sido publicados en los medios hegemónicos de comunicación? ¿por qué las redes y los “uniteles” con jefes que van/vienen han ganado la batalla? ¿por qué los mejores periodistas de derechas y de izquierdas ya casi no trabajan en los medios tradicionales? ¿por qué ya casi no hay colegas de prestigio en los canales, radios o periódicos tradicionales? ¿hace cuánto que no ves o escuchas una buena entrevista/charla/conversación en tele o en radio? ¿por qué muchas veces los periódicos se te caen de las manos sin nada bueno que leer? ¿por qué no se imprimen ya medios alternativos como “el juguete rabioso”? ¿leemos ya exclusivamente en el digital y por ende leemos/entendemos peor?.
todo este escenario de incertidumbres, ahogo y , revanchismo no es nuevo, no arrancó hoy ni ayer. hace años que los colegas que conozco, de izquierdas o de derechas, migraron a las universidades, a las ongs, a las fundaciones, a la escritura o simplemente cambiaron de oficio.
las empresas del buen/mal negocio despiden sin rubor o los periodistas se van, monta tanto. en el mundo la crisis del periodismo impreso ha encontrado una “salida mágica” ante el fenómeno de las redes/celulares que ”informan”, entretienen, intoxican y opinan por el mismo precio, ante la desaparición progresiva de la publicidad que también se ha esfumado por arte de birlibirloque: la suscripción digital. ¿a cambio de qué? de buenos contenidos, de lindas crónicas, de buenas plumas, de investigaciones, de producción audiovisual de calidad… y de descuentos/ofertas en el cine, en el super, en el comercio de turno.
pero en nuestro medio donde la suscripción digital se ve como algo lejano, marciano y/o simplemente imposible, las empresas del mal/buen negocio despiden a los periodistas y/o éstos se van, tanto monta. ¿por qué? porque estorban, porque no se cuadran, porque ya no entran en el modelo del “bisnes”, porque se sienten/son ajenos. y así, lo único que quedan son las penas, pena de nosotros y pena de otros, los lectores, los oyentes, los televidentes que todavían no han salido corriendo huyendo de la peste, la naúsea, el asco, la plaga. las empresas del buen/mal negocio que cambian de camiseta según el viento que sopla prefieren pagar a tres cuates dos salarios de miseria para fabricar una pinche nota para las redes y lograr miles de «likes» masturbatorios.
¿por qué ahora en los canales de aquí y de allá los nombres de los programas se basan en el apellido del periodista? ¿ese es el futuro? ¿apostar al “prestigio”, a la “independencia”, a la «honestidad» del colega de turno en vez de al logo desgastado del medio mercenario de turno? ¿esa será la vacuna salvadora para esta infopandemia? ¿o volveremos a la casilla de inicio? ¿cómo hacer para que esos medios «unipersonales» (esa firma que todavía no ha defraudado ni se ha prostituido) sean sustentables y no caigan en la misma mierda (se dice mierda y no “eme”)?
nuestro “viejo” periodismo es un puto cadáver, está muerto tirado en la calle solitaria y el “nuevo” todavía no ha nacido, peor ni siquiera se lo espera. en este maldito claroscuro solo alcanzo a ver y a sufrir sin parar perfiles de monstruos, miedos y mentiras. es mi melancolía insurrecta, es mi infinita tristeza.
(De su muro de Facebook)